Por antigüedad, de subteniente rápido lo pasaron a ser teniente... ¿capitán segundo? no, mejor buscamos un lugarcito en la policía, algo de mucha adrenalina; drogas, narcos, armas bonitas.
Oficial Teniente Victor Hugo Montéz, y sí, de Durango, cerquititas de Chihuahua. Presentó sus cartas credenciales al señor gobernador y venían de pelos a sus intereses. Victor era realmente joven, de 40 años y con ansias aún de comerse al mundo, sin descendencia que le impidiera rajarsela al cumplir su jale — Muy bien, la dirección de antinarcóticos es de usted dijo el Gobernador Su día empezó muy de mañana casi noche aún, planchando su ropa, sus tres rayas insignia que venían con dos nombres... Jahir que era el diminutivo de Jahirzignio, su compañero en la Escuela Militar y que poquito antes de ascender a Sargento Primero (juntos) él se salió que porque no podía, no aguantaba estar viviendo "en pecado". El otro nombre, Edo, por Edoardo, un imbécil que le hizo ver su suerte pero no borraba su nombre para recordar siempre sus errores y no caer de nuevo en las mismas pendejadas Poco a poco se fue haciendo de amigos, conociendo a sus esposas y en ocasiones a las amantes. La esposa de Gustavo se le ofreció pero nunca quiso acceder, era no amigo sino fuente de problemas. Gustavo era a todas luces el próximo a cargo de narcóticos pero tenía esposa y ya pasaba de los 50, grulla baleada y fácilmente corruptible en más de un chingo de ocasiones, no, y menos si no pasó de secundaria. No fue del gusto del señor gobernador En una ceremonia muy de pueblo pues pero al fin ceremonia, los muchachos del Teniente Victor Hugo, entregaron a dos narcomenudistas que dieron mucha lata en el pueblo de Canatlán. Felices... — Mi Teniente, vaaaamonos con las putas Se fueron a un tugurio medio jodido pero para ellos solos, que lo cerraron para que estuviera más a gusto el teniente. Nada más lejos de la realidad: De nuevo a enfadarse entre tetas y apestosas lubricidades. Las chicas iban y venían embarrandole sus senos en las narices. Pero donde la puerca torció el rabo fue en el meserito que decía en su camisa que se llamaba Octavio. Flaquito, prieto, de mucha galleta, las llemas de los dedos quemadas por la cal Según le dijo Gustavo, el Octavio era su sobrino, albañil en las mañanas y mesero los fines de semana. Gustavo fue al baño y llamo con la mirada a Victor que tardó un poco en ir, tanto que el Gustav ya estaba empinandose una linea de coca bien fina que se la habían traído que nomás pa' él por encargo. De pos sí ya andaba bien locote — Mire Teniente, estas viejas no saben como divertir a un hombre, tan muy pendejas, el Octavio ya esta pagado, es cariñoso y atento y pos a uste le gusta y esto nomas queda entre nosotros, esto de que me estoy arreglando la nariz, de lo otro, yo ya no se nada pero ya vayase que lo esta esperando en la camioneta. Berrinchudo que es Victor, nervioso que es él, atento como siempre, pidió una cerveza para no ir cuando le ordenen, para pensar un poco en como se dio cuenta de esa afición por ese exacto tipo de muchachos y pa no despechar a sus compañeros que tan bien la estaban pasando. Bailando con una puta pa ya irse con el Octavio le preguntó — Oye Yolanda, ¿eres feliz? — Claro mi Teniente, pos si estoy bailando con uste No, buena pregunta, incorrecta persona. En una canción empezó a fantasear embrutecido por el aburrimiento y el alcohol. Se decía a si mismo pa sus adentros secreteandose con su corazón cansado... — Ya me toco aguantar a uno que tenía mil mierdas en la tatema, otro que si no me quitó la camioneta fue por pura chiripa, son dos, la tercera es la vencida, le compraré su ticket de autobus, me planchará mis pantalones con rayita mientras le hago tres lonches pa que se los lleve al trabajo, esta es mi oportunidad, saliendo del hotel lo primero es que lo voy a vestir como me gustan, con sus pantalones Levis originales, un buen par de botas y un sombrero, nos iremos a Chapala a comer y a curarnos la cruda, hoy es mi oportunidad Y se acabó la canción, agarró su chamarra y dejo a sus amigos bebiendo El verse con el Octavio, subirse a la camioneta, bajarse en el hotel y subir a la habitación, todo fue uno Casualmente Octavio pidió la master suite, solo una en ese hotel y lo concedió Victor, era amanecer para derroche, !!que la chingada!!. En la habitación se quitaron sus camisas y antes de avanzar, Octavio le pidió que cediera un poco, más lento quería las cosas — Una chela pa quitarnos el asco ¿no, Teniente? — Llamame Victo o Hugo, o como quieras que te pegue la chingada gana y de lo otro, pos como no Pidió el servicio de habitación. Arqueando la ceja, Victor preguntó... — ¿Una caribe cooler? — Estrellita porfas, <susurro pa que no vayan a pensar que son dos hombres en la habitación> Victor no veía la hora de empezar a tragarse ese lonchesote, y Octavio no quitaba la mirada de su reloj de pulso. Victor pensó en relajarlo un poco — ¿Un cigarro? de mientras llegan ¿no? — Sales pues — Mira Octavio, si no quieres nada, nada va a pasar, no hay pedo — Quiero que me metas la verga <dijo robotizado y mimetizado> A Victor se le salían las emociones, ya tenía no húmedo, !sucio! su calzoncillo pero llegó el muchacho de servicio — Sus cervezas señor — Dejelas ahí — Es que no gira el cilindro señor y debo pagarlas al bar — Pinche lata hijos de su chi <murmullo en broma a su nuevo amante> Girando el picaporte imaginó en un chingadazo de felicidad, a Oscar Athie con esa canción del ticket de autobus, su pantalón con rayita planchada y las tortas para su cabrón, con mucho chile, la ribera de Chapala con dos cervezas pa curarse esa noche, su tercer raya con el nombre definitivo, "Octavio, you are the one" pensó. Nada de eso. Un puñal de Gustavo atravezó la panza de Victor y Octavio salió corriendo, mentando madres por la tardanza, luego Victor recibió una rafaga de balas frías como su vida, que hicieron un caldo tibio como sus ansias de amar y ser amado. Pues sí, el tercero, último, el tercero es la vencida |
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