lunes, 14 de enero de 2008

Ah jijo, pos ta feo

El domingo allá como a las quinientas se levantó mi vato y empezó a quitar el árbol de Navidad y la manifestación perredista también conocida como "Nacimiento", no es por hacerlo menos, pero es que tenía de todos los monos habidos y por haber, recordando que el año pasado le partí la mandarina en gajos a San José.
Yo le dije que iba a estar cabrón que se llevaran el arbolito los nenes de la basura...
— Ah no hay pedo
ya esta bien seco
el árbol quemado
y asunto solucionado
Que disque que en dos minutos, sepa. La cosa me llamo la atención y me emocionó, le dije que mejor de una vez, que no, que había mucha gente.
Le mande un mensaje recordándole, luego le llamé por teléfono, ya estaba emocionado.
Cuando llegó a recogerme del trabajo le dije que si traía cerillos o encendedor, que no quería que pasara más tiempo y que me la pelaba por chichinarlo.

Pos nos fuimos y nos llegamos
el árbol nos estaba esperando
fogata como en "Los"
estabanos preparando

Pos que lánzate por el encendedor, yo me encargue de siguiera nomas prender tres ramitas y me tuve que alejar. Sí, en dos minutos, pero dos minutos en que tragué camote, neta. Te digo que me tuve que retirar porque las mismas flamas empezaron a crugir, y luego de noche, no pos más, luego de mucho crugir... a retirarme más, era un calor abrazador, de esos como de los que salen cuando tú sales y te encuentras con un chacal mariguano en una extraña colonia tipo Mirabaches, así de culero ardía.

Por fin
dio de sí
el arbolito se consumió
y ya más no crujió

Nos metimos a la casa y me dice:
— Te dio emoción?
— No cabrón, me dió un chingo de miedo, eran unas lenguas flamigueras de la chingada, y temí porque si por cualquier cosa esto se salía de control, no habría modo de solucionar las cosas.
Pos ya cené, él nunca cena pero siempre me acompaña, excepto este enchinchado. Yo estaba cenando con moderado apetito, el antibiótico me estuvo jodiendo el estogamo pero curiosamente aunque de a ratos me dolía tanto que yo pensé que me iba a tronar una tripa, pues no me salí de control, no lloré como en muchas ocasiones me ha pasado.
De repente y para que ya no comiera más, se me fuera el apetito o por malora que a veces es, me dice:
— Ah, pues así se incendian las casa por los arbolitos que ya están secos y la serie de luces se calienta.
De repente empecé a voltear pa todos lados, el cuadro que me dibujo mi vato cuando "ego" estaba bien mamey, el cartel largo de Marlboro, el colchón, toda mi ropa y conforme se añadía una cosa a esa lista macabra de cosas que podría perder yo creo que mi rosadito color de las jetas se convertía en una delicada escala hacia el amarillo color papel
— Que paso vato, ¿que tienes?
— Ah jijo, pos ta feo
Ya que más te queda decir

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