sábado, 5 de mayo de 2007

Valentin Pimestein, chingue sus camotes


Que pinche lata, ahora si voy a cargar mi Caribe llena de ropa, como que si fuera artista, ni modo, pero Patricia tiene que seguir bien loquita por mi.
Empece a hace mi mochila, de las Chivas a guevo, una bermuda, la camisa con el número 17, es el que siempre he tenido, mis zapatos con tacos bien perrones, ai´nomas pa´ que se eduquen, y mis espinilleras, jajaja, no vaya a ser que me "vayan a educar".
No se para que me llevo condones, no creo que "vaya a matar la rata", pero quien quita, lo que no se es ¿porque a la valija del futbol? siento que no debo de meterlos a la cartera, seguro porque se que no va a haber nada con esta morra, pero ¿para que los condones?, ah, es que soy como el hombre araña, adivino lo que va a pasar en el futuro más próximo, jajaja, que mamón soy.
!Me vale!, quien quita y Patricia traiga caliente la hormona, no estaría mal.
Que padre sentir sus senos en estos pechos que me hizo una vez la natación, dice que le gustan mucho... chingue su madre, por andar en la pendeja de caliente nomas tengo una hora, chale, ahorita me baño y agarro lo mejor planchadito que tenga.
— Jefecita, me hace un "refin" bien "efectivo". Le grita
— Eduardo, yo no entiendo tu idioma, ¿que quieres?
— Señora Ofelia, ¿tiene la bondad de hacerme los sagrados alimentos?
— No seas payaso, ¿que es lo que te voy haciendo mientras te bañas?
— Algo rapidín, unos chilaquiles pero sin cebolla, le encargo un montoncito de chiles verdes
— Cuida mucho a Paty, es una muchacha decente y te quiere mucho
— Ehhh
Ah que mi mamá, estando en el baño no se oye nada.
— Uy que bonita verguita tiene Lalito, ´ora se moja la brocha con la Patricia.
Los minutos iban pasando, tan rápido como Eduardo se iba preparando, se puso un pantalón cremita, una camisa tipo surf, pegadita, mostraba una ancha espalda, los brazos ceñidos, unos retorcidos antebrazos, sus manos que le apenaba mostrar, muchas veces partidas por el trabajo, la cal se las partía hasta hacerle grietas de las que no se molestaba en cuidarse, solo en esconder las manos delante de su novia; ella ilusionada en que eran manos de hombre las que poseían su cuerpo cada 15 días y a diario rozaban su piel con suavidad y seguridad, con esas manos iban a sacar adelante su vida y los embarazos de los que muchas veces se ha escapado, su regla es irregular y ya la había pasar unos apuros de la chingada.
Pero es que era difícil decidir entre un condón o sentir las embestidas de semen en su vulva turbia.
Ella se goloseaba con la sal en su boca de la baba de su pene lleno de venas, encendido como carbón, pulsante casi al compás del ruidoso reloj de Eduardo, era difícil saber en que momento iba a eyacular, se veía el potente paso de sangre a través de ese pedazo de carne cruda que lo hacía menear sin control, y saliendo a cada momento una miel salada.
Eduardo desayunó con un poco de prisa unos chilaquiles con un "montoncito de chiles verdes", frijoles fritos con un pedacito de chorizo, poquito porque no siempre se tiene dinero, un vaso de leche y una conchita que sobró anoche, la hubiera preferido de chocolate, pero se conformó con la de vainilla.
Desayunó sin camisa, mientras se le secaba bien el antitranspirante, se cepilló los dientes dos veces y astringosol por cualquier rastro de cilantro, se roció perfume en sus pechos y quedo resto en sus tetas delineadas por unas aureolas más obscuras, era "Emporio Armani" quien sabe cuanto pudo haber costado ese perfume, olía "bien padrote" y ponía "bien pendeja" a Patricia aunque a ella misma le causaba sentimientos encontrados, le gustaba olero pero no le gustaba olero, son curiosas las mujeres; se lo había regalado... un amigo, un amigo del futbol cuando le metió una sancadilla y le sangró la espinilla muy feo, es más, la espinillera chingó a su madre, al domingo siguiente se lo regaló y nomas dio las gracias, no imaginaba que fuera original. Más de cinco domingos entre la bolita, coincidieron ellos a partir de ese día, era de lana y siempre daba más dinero para el cartón, nomas que la primer chela y sin mirar a los ojos, totalmente distraído, la destapaba y se la daba a Eduardo. Pendejadas.
Las 1100am, una saludada a la suegra y Eduardo y Patricia vieron juntos "Fuera del cielo", en la función de las 12, ella con un chocolate y él sin comer ya nada; se preparaba para el partido. De repente se sentía incomodo con unas escenas, había muchos desnudos de hombres y él pensaba que su incomodidad era porque Patricia no debería ver eso, ¿quien sabe?, peores coas le había enseñado en el motel "Del Bosque" en encerronas desde el mediodía y salir hasta pasadas las 0800 de la noche.
Esas veces, de Patricia no se, pero Eduardo cenaba como descocido, le empacaba a lo que había quedado de la comida y lo de la cena, muchas tortillas.
Pasearon un rato por la plaza y se fueron 0330pm rumbo a los campos de futbol a las afueras de la ciudad.
Patricia y Yolanda se encontraron, hicieron amistad desde un principio, era la novia de ese muchacho que se había chingado a Eduardo. Este mismo abrió la puerta de su caribe negra para hacerse "casita" y cambiarse, ponerse la bermuda larga y la suelta playera de futbol, ahora solo Patricia sabía el cuerpo que tenía Eduardo... ¿solo Patricia?, es posible que no
Inicia el juego, encontronazos entre los muchachos, barridas, lodo, intentos de llegada, las mujeres en pequeños grupos platican en general de chismes del espectáculo, unas cuantas que van a tener examen repasan la tabla de los elementos químicos; hablando del espectáculo y de los elementos químicos todas al fin como cotorras, esperando que termine un aburrido espectáculo de gritos donde todos los hombres se creen entre "Bofos" Bautista y Cuauhtémoc Sánchez.

Medio tiempo 0-0

Eduardo tiró al mero marco de la portería, se lo festejan mejor que gol de chilenita y sin serlo, es querido el cabrón, lo que sea.
— Que onda Paty, ¿viste? estuvo bien cerquitas
— ¿Que?
— Chale, yo por acá me parto la madre y tú en la luna
— Óyeme, no me hables así
— Ya pues, fue puro coto, pásame una manzana
De mal modo se la ofreció, ni limón, ni Tajin, ni nada, andaba bien mula y Eduardo no comprendía porque, pero seguro de sí mismo, sabía que él no tenía la culpa de nada, si era problema de ella, pues que ella se lo resolviera, tan tan.

El pitido para el segundo tiempo: Inicia
— Cabrón, acá estoy
— Cubre, cubre
— Si mendigo, muy chingón
De repente se enfrentan Eduardo y el novio de Yolanda, el de la camisa número 15, una oportunidad a toda madre, el portero muy adelantado; es de reacción inmediata, ahora o nunca, de repente "ese chavo" "se deja caer" se enloda la bermuda y avanza inmediatamente Lalo
— !!Lalo, Lalo!!
Todos le gritan, todas lo corean, va solo contra el portero, Yolanda descontrolada, no entendía porque se dejo caer, eso era muy notorio, sus Nike no eran para que resbalara en una cancha bien empastada
— Paty, mira, ahí va tu galán
— Me vale madre
— ehhhh -descontrolada Yolanda-.
Las piernas de Lalo se hincharon, una mueca de odio en contra del portero se dibujo en su rostro, su rostro entonces se desdibujo, los rostros del equipo "Industria" se iluminaron, ahí iba Lalo, pero los "Gallos" estaban emputezidos, el único atento era el portero que le veía la cara de Lalo, y otro jugador atento a las piernas de Eduardo, hinchadas dispuestas a no fallar
Fue un tiro que le hubiera dejado un agujero en las manos del portero.
Gooooool
La felicidad en las caras de "Industria" y de Eduardo... y de alguien que no debió de haberse emocionado pero que corrigió de inmediato
Pero los "Gallos" se fueron en contra del de la camisa 15
— Pinche pendejo
— Pues que quieres cabrón, agarra canchas menos jodidas
Solo faltaban 10 minutos para terminar pero empezaron los chingadazos, ya ves que nunca falta el que sí fija en todo, no se queda con nada entre pecho y espalda y es el jodón mamón culero del equipo, ese fue Édgar.
— No te hagas wey, ¿que nomas la de él te cabe?

— Yolanda, te están "golpiando" a tu novio
Le grito Paty, con desesperación de filial amiga

"Gallos" se dividió en dos.
Lalo festejaba su gol cuando se dio cuenta de todo, de un todo, sin entenderlo pero entendiendo, son cosas muy raras, muy extrañas, tan raras como... como no se que, pero se apresuro a mover a su equipo y él a rescatar al novio de Yolanda.
La calma no llegó hasta que con ayuda de "Industria" calmaron los ánimos, el juego se suspendió y entendieron que era cosa de los ánimos calientes del partido, de todos modos, ya estaban cansados.
Todos se separaron, fueron ya a tomar agua, algunas de sus novias llevaban comidas rápidas.

— Que?, no hay nada para tu papá
— No estés molestando Lalo
— Ah, ¿sigues encabronada?
— No soy tu cualquiera para que me hables así
— Bueno, ¿que tienes? nos la pasamos bien chido en el cine, tu chocolatito y todo
— Si quieres te lo pago
— ¿Sabes que? me tienes hasta la madre

Patricia agarro sus cosas y se fue, que pena, era Édgar quien la esperaba, digo, era casualidad, de verdad, ni Édgar podía quedarse a cotorrear porque fue quien inició la bronca, y Paty... no pues andaba muy enojada, muy rara pero ¿porque se iba Édgar, Paty y... Yolanda?

Que importa, la bola de amigos, dos equipos ya eran uno solo, "Industria" y "Gallos" iban a tener un solo nombre, "Pacífico bien frías".
Y que empieza la "coopera". Eduardo no gana del todo bien, se mantiene, pero le dieron ganas de hacer ostentación, un raro derroche que lo obligaría a pedirle al patrón un adelanto el miércoles pa sacar mas o menos la semana, !no le importaba!. Sospechaba que el miércoles no estaría obligado al 2x1 de cinepolis.
— Ahí va pa que no nos quedemos secos
— Sale pinche Lalo, a pistiar que el mundo se va a acabar
Eran risas de todos, un billete de 200 pesos brillaba y en 10 minutos llegaron las cerbatanas, ah, eso sí, ahí sí todos muy cuatitos cabrones borrachos, jajaja, pero si hasta rechinón de llantas dio el vocho de sabe-quien con tres cartones que fue lo que alcanzó.
Eduardo se aprestó a abrir uno con desesperación que le quedo por meter el gol de la victoria, abrió una cerveza con los dientes y sin mirar a nadie "sin saber a quien" se la dio al novio de Yolanda, luego agarró una para sí mismo y solamente eso dio, los demás como brutos sedientos ya estaban servidos.
La tarde empezaba a bajar, varios ya empezaban a irse, otros se metieron al vestidor a darse un baño rapidísimo y salir bien galanes para irse con sus novias, digo, los que sí se quedaron con novias, Yolanda y Patricia ya se habían ido.
De toda la raza que quedaba, solo quedaban cinco chavos, los "sin novias", y el novio de Yolanda saco un billete
— Que onda Hugo, lánzate por otro cartón ahora que ya no tengo correa que me este chingando
— No jodas wey, nomas quedamos cinco y yo ya ando pedo
— De compas -pidió compasivo y de cotorreo-
— Ah chingado, ai voy pues.
15 minutos y llego con el cartón, y uno se rajo, entre los tres se fueron a los vestidores a terminárselo.
Se empezaron a desvestir con naturalidad y el "tercero en discordía", Hugo, se fue de inmediato a la regadera, mientras iban y venían las pláticas, los comentarios, que si iban a juntarse a media semana para convivir más entre todos.
El "15" y Eduardo se quedaron pistiando, quedaba medio cartón, estaban ellos en calzones y cubiertos por la toalla blanca. Se mostraba las diferentes condiciones sociales de ambos, el "15" con unos calzones con unas letras que decían "CK" y Eduardo con unos Zaga, la toalla que cubría al "15" era blanca y esponjadita, la de Eduardo pues si era blanca, todo en él era muy limpio pero su toalla se veía muy usada pero trataba de llevar todo lo más limpio posible, era su costumbre ser así, vestirse así, humilde pero limpio, uñas muy cortas, limpias, pelo cortado cada quince días, no notabas el día en que fue con el peluquero de $20 pesos.
Hugo salió del baño, abrió su última cerveza y Eduardo y el "15" no se movían de la plática, a Eduardo le envolvía una duda que le molestaba en el orgullo.
— No cabrones, ustedes son de corrida larga, yo ya me voy.
— No Hugo, esperate un rato —se apresuro Eduardo— tenemos "tarea"
— Gracias Lalo, tengo que trabajar mañana, tu como haces "San Lunes"
— Matas un perro y le dices mataperro pa toda su vida — dijo... el "15", este wey, !muriéndose se presenta a trabajar!
— No te creas Lalo, lo dije de mamada, ai que se diviertan, aguas con la bruja —bromeó Hugo— les vaya a chupar la sangre. ¿Alguien trae un chorrito de perfume porfas?
Eduardo instintivamente escondió con algún trapo que pudo haber sido su camisa, el envase de "Emporio", no supo porque no quiso dar ni un poco, siendo que es de los que se quita el taco de la boca por los amigos pero ahora "se le torció codo"; el "15" se ofreció
— Ahí te va wey, a ver si te gusta
— Ajala wey, es del Armany, ¿cuanto te costó?
— Oh cabrón, no ai fijón
Eduardo reconoció el envase, pero algo más... molesto reconoció el aroma, ese perfume !era suyo, de su maldita y desgraciada propiedad!, era "Emporio" de Armany.
El "15" ocultó el precio para no hacer sentir mal a Eduardo y además, pues por puritita educación
— Sas morros, nos vemos, a ver si el siguiente domingo nos vemos
El "15" y Eduardo lo despidieron sentados ambos en la banca, sin prisas (aparentemente) mientras Hugo se iba, pues ya borrachito el wey, un cigarro prendido porque por tanto futbol "pues ya le faltaba el aigre"

La vida burlona, maldita y cabrona solo cantaba, "de los tres perritos que tenía solo me quedan dos".

La luz que quedaba de la tarde caliente ya envolvía el cuerpo obscuro de Eduardo, sus calzones con un "balazo", pero muy limpios, es que los jaló del gancho y le hizo un agujerito. Pues si, muy blancos y brillaban por su piel morena, bueno, la piel del "15" seguía haciéndose presente. Dos cervezas quedaban en el cartón y estaban a mitad de las otras terminandoselas.
— Oye wey, ¿porque te dejaste caer y por eso metí el gol?
— Aguanta Eduardo, no la cagues, deja ir a darme un baño
El "15" agarro su toalla y ya se iba a las regaderas, solas, ya no había nadie sino ellos dos, Eduardo se molestó con esa respuesta, un poco mareado al igual que el "15". Se paró y lo detuvo, lo arrinconó a la pared sin aventarlo pero ya estaba inmovilizado. Eduardo exigió
— Te hice una pregunta, no me trates como a un estúpido, ¿que crees que no ví?
El aliento a cerveza de Eduardo le llegó al "15", estaba cercano a perder el control
— Ya Eduardo, ya párale, estas bien borracho
— Sí cabrón, pero tu estas igual, !porque te dejaste caer!
Un silencio se abrió, inició un silencio y solo brillaron las miradas, la mirada de odio de Eduardo y una mirada brillante llena de luz de ese muchacho, el "15". Pasaban los segundos y el "15" quiso tomar el control.
Anunció que se iba a mover, con un lento movimiento y aventó el cuerpo de Eduardo, ya no hablaron, Eduardo respondió con un golpe al mentón del "15" y su vista se nubló de repente por un golpe común de un albañil y más aún porque le llegó no al mentón, sino al orgullo.
Dos cuerpos, descalzos, en calzones que mostraban su condición económica, su condición física empezaban a pelar, Eduardo atacando como en la calle y el "15" más estudiado con pocos golpes pero muy directos.
Eduardo cubierto en guardia como un box sin estilo y con fallas, se mantenía hasta que un golpe entre la axila y el pecho lo volteó hacia el suelo y lo tumbó, Eduardo como resorte se paró y fue sobre él, lo empujo hacia la pared y ya en la pared lo siguió empujando con mucha fuerza, sus cuerpos enteros se rozaron, el "15" se forzaba a detenerlo, Eduardo de empujarlo; sus miradas de ambos llenas de odio, de coraje, de dureza en sus golpes, llenas de dudas; a Eduardo le envolvía una gran espina eso de haberse dejado caer, al "15"... al "15" era algo más problemático. Seguían forcejeando.
La piel oscura con un nuevo sudor ya brillaba con la poca luz que pasaba por las rendijas de los vestidores, el "15" veía como sus músculos se fruncían por alcanzar otro golpe en su contra, sentía la fricción de los dos calzones, iniciaba una erección inmediata, ya no podía más, Eduardo lo sintió y con odio y la voz temblando por el esfuerzo de alcanzar el golpe en las costillas del "15" le susurró...
— !Que chingados te pasa!
El "15" empujo más fuerte, más fuerte pero su pene hacía el de Eduardo, se movió a la izquierda en una ligera insinuación dentro de esa pelea, otro a la derecha, un movimiento erótico con fuerza hacia adelante, el cuerpo de Eduardo reaccionó, era su pene que empezaba a hacer una erección, pulsaciones, torrente sanguíneo, ¿en un hombre para otro pendejo?, se lleno de coraje, imaginó dominar con más fuerza y se soltó de ese forcejeo con un aventón.
La verdad, Eduardo iba perdiendo, y la nobleza del "15" no quería que Eduardo perdiera, pero era también su orgullo. Un error, por centímetros, por un resorte ya usado, no se, algo que Eduardo no se dió cuenta al separarse de esa pelea, la bragueta !húmeda!, una mancha que no coincidía, es que el ocasionador se había separado del inicio de esa mancha.
El ocasionador, un pene erecto, febril, vaciante, vaciandose, mojado, era la cabeza de su pene forzado a salir por el resorte de sus humildes y apestosos calzones, olían a sal y "Emporio". Eduardo que de nada de eso se daba cuenta reclamó:
— Que traes pinche puto
Jadeante, con todo a su favor, con la pelea ganada, no era un gol regalado, fue a pulso de golpes, el "15" respondió:
— ¿Puto? !estas pendejo!, ya te dí mucha batalla pa´ serlo, además, fíjate en tí primero
El "15" le condujo con su mirada al pene a que Eduardo se viera su tolonga dura y maciza. Desconcertado vió a su izquierda, el "15" insistió en su mirada a su cabeza de fuera y fue cuando Eduardo "atinó" a ver. Confundido, avergonzado, vio su mojado garrote, desconcertado seguía viendo como pudo haber pasado eso. El "15" con cinco pasos firmes, directo, sin dudar, con pasos marciales se dirigió a él.
Eduardo desconcertado fue cuando sintió dos fuertes manos en sus muñecas, fuerte como cuando los policías lo han arrestado, sus brazos fueron a dar a su espalda, el "15" con el orgullo medio herido, con la presa maniatada y embravecida, tocando una cercana gloria le dijo:
— Entonces no soy yo el único puto ¿verdad Eduardo?
Con los ojos casi rojos y sobresaltados se dirigió firme y seguro hacia sus labios, los empezó a besar, a perseguir una cabeza que se negaba a sus besos y Eduardo entendió que no era ninguna mujer, dañándose sus muñecas salió de ese forcejeo y lo aventó de nuevo a la misma pared donde inició la pelea.
Casi ciego de rabia y de coraje, de curiosidad y totalmente envuelto en el frenesí de una excitación muy diferente a las pasadas, le alzo los brazos al "15", le aprisionó los antebrazos con todas sus manos y sus dedos extendidos casi a reventar, las axilas del "15" al descubierto continuó la desesperación de Eduardo...
— Vas a ver pinche Antonio, la vas a pagar
A los oídos del "15", al escuchar su nombre en voz de esa bestia, le pareció perderse en si mismo y ya no pudo dominar a Eduardo, solo por oir... Antonio... Eduardo pronunció su nombre... Antonio... Eduardo dijo mi nombre.
Sus piernas cedieron y aún asi se sostuvo en pie con la ayuda de la pared en donde estaba acorralado.
Eduardo sin saber lo que hacía, sintió un ardiente deseo de recorrer su lengua en los labios de Antonio, fue un lenguetazo mojado, con sabor a cerveza, luego con desesperación metió su lengua en los labios de... de Antonio, entonces le empezó a martillar su nombre, como taladro, rotomartillo de infernal y varonil ruido.
Antonio con su poca conciencia le respondía y eran besos llenos de cerveza, de saliba, una saliba que ya no podía tragar Antonio por su estupidez en la que se encontraba pero Eduardo se la lamía, era beber cerveza con otro sabor. Besos humedos, mojados, estilantes, sin control ni vergüenza.
Luego Eduardo entendió que por más hombre que era Antonio, ya lo estaba lastimando; empezó a soltar sus antebrazos marcados por sus manos, !pobres antebrazos ahora amoratados!, los empezó a besar, luego los escupió y su saliba recorrió el brazo dañado de Antonio y mojó sus axilas, Eduardo confundido de sus acciones lamió desde arriba hacia abajo hasta encontrarse toda su saliba arrastrada en las axilas negras y esponjadas de Antonio y continuó lamiendo, besando o mordiendo, o todo eso junto.
Antonio se retorcía en un raro placer, y se reconoció a sí mismo. Poco a poco, con suaves empujes hizo retroceder a Eduardo hasta que sus muslos tocaron la larga silla de los vestidores e hicieron caer sobre esa tarima de metal a Eduardo, su cabeza se dejó caer sobre la mochila de... de su amante, Antonio.
Eduardo acostado con los ojos cerrados sintiendo las manos de Antonio, era una rara sensación. Antonio bajo sus calzones y el pene mojado quedó en total libertad momentáneamente, es que fue arrestado por los labios de Antonio, metió su pene a su boca que exprimió con su paladar, un gemido estalló en los vacíos vestidores.
Sacó el pene de su boca, lo lamió e intento meter su lengua en la cabezita que fluía.
Era un gemido tras otro, el jadeo que tenía en la cancha, ahora jadeando en un encuentro sexual con un hombre.
Se reincorporó un poco Eduardo y con desesperación de poner en práctica lo que su nuevo maestro le enseño, arrancó los calzones de Antonio y cayeron al piso.
Con una mano sostuvo el pene de Antonio y lo empezó a masturbar, el pito que le iba saliendo de su mano se lo metia a su boca, los dos se estaban masturbando.
De repente y "a la de sin pedo" le tomó los cortos pelos casi resbalandosele a Antonio y separó a Eduardo de su pene.
Empezó a sentir un gran mareo, los casilleros giraban a su alrededor, unos mecos estrellaban el pecho de Eduardo. Eran liquidos, abundantes, muy calientes, casi quemaban,
— Ah, ah
— Sale Eduardo, sale
— Ah, ah
— Vamos cabron, mojame donde quieras, embarralos
— Ahhhhh ntonioooooo
Su hocico se le lleno con un nombre que ya le sonaba familiar
Eduardo se dejo caer de nuevo a lo largo de la silla larga de los vestidores y desnudo Antonio se sentó en el piso recargado en un casillero.
Pasó un corto tiempo, Antonio se paro y se fue a las regaderas, un agua fresca pasó por todo su cuerpo y de repente en la oscuridad, luz que ya no llegaba a las regaderas, se presentó Eduardo.
Antonio evitó su mirada, Eduardo cerró la llave de agua y su mano le envolvió el contorno de la cara, duro.
— Mírame Antonio.
— (mirada hacia abajo y confundida)
— Mírame cabrón
— (mirada accedida)
— Te juró que esto va a volver a pasar, porque yo lo quiero, pero los dos ya estamos sin morras, recuerda bien a Yolanda, con mucho respeto, pero es la última vez que tienes novia, y si no lo quieres así !dímelo ahorita cabrón! y no pasa nada.
Antonio le quitó de un golpe la mano que le empezaba a adormecer la quijada, Eduardo resistió
— Sale pues cabrón, hecho, lo mismo con la muchacha que trajiste
Antonio extendió la mano y escuchó su respuesta, sintió su respuesta. Eduardo la tomo y firmaron contrato entre hombres con sus manos estrechadas y una mirada fija. Es "palabra de hombre"
Eduardo se fue a la regadera de enfrente, platicaron, le dijo a Antonio que no volviera a hacer eso de tumbarse a media cancha, Antonio no se animó a preguntar por "tricia".
Salió de la regadera Antonio, dejó su toalla en el muro de la regadera de Eduardo y así Antonio se seco con la toalla de su poseido, no se dijeron nada, no hicieron aspaviento.
— Lalo, aguas, voy a prender la luz, aquí no se ve ni chingadas madres
— Ta bueno
Se vistieron, casi en silencio, desodorante y ambos se pusieron de distintas botellas el mismo perfume, tomaron cada quien la última cerveza para ambos. Ya era algo noche, pasadas las 0830pm
— Oye, ¿vamonos a tragar algo?
— Nel, ya me tengo que ir
— No te aguites, el otro domingo tu me invitas
— Sas pues
— Sigueme, aguas con el periférico para no perdernos, vamos a ir al Salon Beer de Agustín Yañes.
Su caribe negra y un "Civic" azul ya se iban, todos enterregados, una cerveza entre las piernas. Ya habían dejado de ser amigos, pues eran otra cosa, una palabra que desconocía Eduardo y que en la boca de Antonio no le cabía de emoción. Ambos con llamadas perdidas, mensajes no leídos, apagaron sus celulares cuando iban por Av. Patria y Colón. Fue ahí donde Eduardo aventó la botella vacía de cerveza. Av. Colón vacía juntos dos carros iban a un nuevo destino, más halla que un bar, Antonio podría manejar la situación y sería el responsable de llevar a buenos pasos ese nuevo tipo de vida con un muchacho que se acababa de descubrir a sí mismo y que Antonio lo esperó por varios meses.
Eduardo regreso a su casa muy tarde, con mucha hambre, ¿a quien le llena una tabla de quesos? pero le dio pena proponer unos tacos de cabeza con un jarrito de tepache de la Calzada. Le esperaba su madre preocupada, un sermón durante la cena, que Patricia había llamado, que te metiste en una pelea, que mil cosas.
A Antonio nadie le esperaba, en una esquina compró una rosa para sí mismo y la rosa y él cenaron algo congelado que le supo a calor, unas flores plásticas que adornaban la mesa de centro de su departamento le parecían las mejores flores. Su gran cama le parecía que pronto sería pequeña. Se arrulló él solito con la voz de Lalo diciendo su nombre, que magnífica voz por hoy le parecía. La mañana siguiente vendrían unos impuestos para pagar en linea, una auditoria que de milagro le cayo, y sería quien le salvaría el mes para sus pagos y algún lujo.
Eduardo evitó por la mañana un camión y alcanzó el otro, su patrón en todo el día no llegó, mejor, le hubiera dado pena que en mero lunes ya pidiera un adelantito, ya sería para el martes. Distraído todo el día, tendría que reformar su pasado y entrar a una nueva vida. La alegría en Antonio y la desesperación en Eduardo, ahora que importa, ahora es... Eduardo y Antonio

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